Impacto de la ciencia

José Miguel Benavente

Como parte de nuestro trabajo como académicos, se nos exige publicar en revistas internacionales donde se evalúa los resultados de nuestras investigaciones. Uno de mis temas de investigación es justamente sobre la investigación que se hace en el país. Afortunadamente, junto con unos colegas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), nos fue aceptado para publicar un trabajo donde evaluamos el impacto del más antiguo y principal mecanismo de apoyo vigente a la ciencia de base en nuestro país. El programa Fondecyt, administrado desde su creación, en 1982, por Conicyt.



El estudio busca determinar el impacto que ha tenido este programa en una ventana que va desde 1988 hasta 1997. Las variables que nos interesa medir como indicadores de impacto del programa son justamente aquellas que justifican la existencia del mismo. Número de publicaciones en revistas indexadas con comité editorial, relevancia que tiene las revistas donde esas publicaciones son realizadas y número de veces que estos trabajos son citados posteriormente, dando cuenta de la relevancia que tienen en la comunidad científica internacional.

Cabe señalar, que no es esperable que como consecuencia del apoyo a este tipo de proyectos se busque necesariamente acrecentar el PIB o aumentar el empleo, o como algunos postulan, solucionar los problemas productivos del país. Esos son efectos adicionales que mediante otro tipo de apoyos complementarios, podrían mejorar estos indicadores tal como lo muestra la evidencia para países más desarrollados. Evidentemente que se debe apoyar el desarrollo de conocimiento que esté orientado a dar soluciones a problemas del país, pero también es necesario recordar que estos esfuerzos difícilmente pueden ser logrados sino se cuenta con una base de conocimiento científico y con capital humano calificado que pueda realizarlo.

Pues bien, los resultados del trabajo muestran que el programa Fondecyt ha logrado incrementar en dos el número de publicaciones promedio en revistas indexadas a nivel internacional en un horizonte de seis años, mostrando que la ausencia del mismo habría mermado esta fuente de generación de conocimiento a nivel nacional. Los resultados, sin embargo, muestran que este incremento en el número de publicaciones no ha venido aparejado con un alza en el número de citas que logran al compararlos con trabajos similares pero que no han contado con el apoyo del programa, aunque sí de otras fuentes de financiamiento.

Esta aparente falta de impacto en calidad nos invita a reflexionar sobre la eficacia y eficiencia del programa. Uno de los cuatro árbitros que tuvo nuestra publicación nos hace ver que en el caso del Fondecyt chileno, los montos invertidos por proyecto son la mitad de lo que se invierte en programas similares en países vecinos y menos de un cuarto en los países desarrollados. Quizá por aquí vaya la respuesta a este problema. Entonces, más que buscar otorgar financiamiento a un número cada vez mayor de proyectos, quizá sea el tiempo de invertir más recursos en cada proyecto, exigiendo, evidentemente resultados de mejor calidad.